Testamentos, herencias, divorcios, particiones…
Este virus es tan desconocido como perverso. Nadie acierta. Sin entrar en los diagnósticos y previsiones sanitarias, que ninguna acertó, las económicas sí, fueron peores para muchos y mejores para pocos, como en cualquier crisis. Esa es la ventaja de los economistas, que siempre aciertan en el análisis de lo que ocurrió ayer y fallan en el de mañana, así que un cincuenta por cien, no está mal.
Las previsiones jurídicas siguieron peor media. Lejos de acertar al aventurar un colapso de reclamaciones de todo tipo, estas no han sido tales. El desánimo y el concepto jurídico de causa de fuerza mayor se han ocupado de ello, en términos generales.
Donde sí ha recaído esa triste “fuerza mayor” ha sido en la notarías: las muertes han llevado a un colosal aumento de herencias, testamentos, declaraciones de herederos y liquidaciones. Donde se creía que íbamos a exprimir al Estado con reclamaciones, ha sido “Papa Fisco” quien nos ha exprimido a nosotros.
“Divide y vencerás”, tiene que ser el eslogan del Estado, que no del justiciable, porque, además, separaciones y divorcios, la otra gran secuela del virus, llevan siempre a una pérdida de bienestar de los progenitores.
Los abogados nos hemos adaptado y reconvertido, no queda otra, en la crisis, siempre está la oportunidad y yo soy un convencido de ello.